domingo, 17 de diciembre de 2017

ENCUENTRO ANUAL ENTRE LA PEÑA ATENEO DE SOTILLO Y LA PEÑA EL CIERZO DE GUMIEL


   Y ya son seis años consecutivos los que llevamos celebrando este encuentro de hermandad entre ambas peñas, siempre en el puente de la Constitución.
Comenzamos a las diez de la mañana reuniéndonos en el punto de encuentro habitual –La Viga-, para hacernos la foto de rigor de cada año. Y nos dirigimos en coche hasta Cabañes, para allí comenzar una ruta de senderismo: “El sendero de la ribera del Esgueva”.
   El día era muy desapacible: un día oscuro, con niebla espesa, y el suelo embarrado con lo poco que había llovido el día anterior. Así que optamos por seguir el refrán “A mal tiempo buena cara”, y comenzamos a andar en el puente romano, ese que comunicaba Clunia con el Valle del Esgueva mediante una calzada romana. Siguiendo el curso del río por su margen izquierda, llegamos a la presa de Santibáñez. Allí se evocaron los recuerdos de juventud, de baños diurnos y nocturnos en la presa, y nos hicimos una bonita foto todos encima de la presa.
   Poco más tarde llegamos a Santibáñez, recorrimos la plaza con su rollo jurisdiccional gótico, que en su día ejerció las funciones de ajusticiamiento, los alrededores de su iglesia, y al poco rato aparecieron varios vecinos que nos obsequiaron con unas cervezas y unas pastas. Nos enseñaron su iglesia, del gótico tardío, con planta de cruz latina y una bellísima cabecera con bóveda de crucería. Su altar barroco lo reside la imagen de la Virgen de la Asunción, y a su izquierda está Santa Águeda, sí nuestra patrona, con los pechos cortados en na bandeja.
   El paso del tiempo fue dando confianza, y un rato después nuestro anfitrión se fue a por el acordeón y estábamos todos cantando en la plaza, y muchos vecinos se asomaban a ver el ambiente festivo que habíamos montado en un rato.
   Regresamos por la margen derecha del Esgueva, y en las afueras de Santibáñez visitamos la ermita románica de San Salvador, del siglo XI, con muy bonita portada y ábside. Lamentamos no poder ver su interior, que completamos con nuestra imaginación. No era cuestión de volver al pueblo y pedir la llave a nuestros anfitriones, que seguro nos habrían dado gustosos. Ya en Cabañes comenzamos la ronda de vinos, que tomamos en la calle porque tanta cuadrilla ya no cabía en el bar ya casi lleno, y seguimos después por los bares de Sotillo.
   La comida la celebramos en la bodega de la Peña Ateneo, donde nos juntamos 32 comensales a degustar el menú tradicional de los grandes eventos de las peñas: cordero asado y vino del pueblo, y salmón al horno para los que prefieren el pescado. Todo ello preparado con la comodidad y el buen hacer de la panadería de Sotillo.
   La sobremesa fue larga, porque una vez acabados los temas de conversación, se sacaron los cancioneros de bodega, y allí pasamos varias horas recorriendo sus páginas y entonando más bien ensayos que cantos de coro. Como la comilona suele ser buena, llevamos varios años que la cena la dejamos para el día siguiente.
Y así fue. El sábado por la tarde, a las ocho quedamos emplazados en Gumiel para tomar unos vinos por los bares. Un rato después subimos a la bodega de la Peña El Cierzo, donde degustamos unas cazuelas de carne guisada y un congrio en salsa, ambos preparados por una componente de esa peña. Puedo decir que estaban exquisitos porque probé ambos platos.
   La sobremesa continuó como en todos los banquetes. Un momento interesante fue a partir de la media noche, cuando nuestro anfitrión del día anterior en Santibáñez se acercó a la bodega con su acordeón. Ese día había comido en Gumiel y cumplió su promesa de acercarse a saludarnos. El saludo duró cerca de un par de horas, donde de nuevo desgranamos las canciones del cancionero, esta vez agraciados con el bello eco de la tonada del acordeón.
                TEXTO: Efrén ARROYO ESGUEVA.
                FOTOS: Peña Ateneo y Peña El Cierzo.








No hay comentarios:

Publicar un comentario

COMENTARIOS: